Basta a cada día su propio mal

No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:34
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios. Isaías 41:10

El versículo de hoy no es una excusa para ser descuidado. Es muy normal asumir nuestras responsabilidades y prepararnos para el mañana, desde cerrar las persianas para protegernos de la tormenta hasta hacer diligentemente los deberes escolares para poder aprobar el examen. Es bueno considerar los problemas que puedan sobrevenir si hacemos tal o cual cosa, prever nuestras necesidades o preparar algo de antemano, que sabemos que se necesitará.

Pero afanarse es otra cosa: es preocuparse demasiado por el mañana, por esa tempestad que podría llegar, por ese examen… es estar inquieto imaginándose lo peor. La preocupación focaliza nuestros pensamientos hacia los acontecimientos y no hacia Aquel que los controla, por ello tiene efectos negativos sobre nuestra mente y sobre nuestro cuerpo. Incluso puede paralizarnos, agobiarnos. Pero la orden de Dios es muy clara: ¡“No os afanéis”! Tenemos un Padre todopoderoso que nos ama y tiene todo en sus manos. ¿Estamos dispuestos a dejarnos conducir por él?

Si tenemos dificultades hoy, Dios nos da la fuerza y su dirección para afrontarlas hoy, pero no nos las da por adelantado para enfrentarnos a las pruebas de mañana. ¿Por qué? Si tuviésemos la respuesta, probablemente dejaríamos de confiar en él para el mañana. Él quiere cultivar en nosotros día tras día esa fe tan preciosa, pues sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).

“En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).

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