Los residentes de Olten, Suiza, se sorprendieron con una lluvia de partículas de chocolate que cubrieron toda la ciudad. El sistema de ventilación de una fábrica de chocolate había fallado y esparcido cacao en el aire, dejando la zona cubierta de copos dulces. ¡Es como un sueño hecho realidad para los adictos al chocolate!
Si bien el chocolate no cubre adecuadamente las necesidades nutricionales, Dios les proveyó a los israelitas lluvias celestiales que sí lo hicieron. Mientras viajaban por el desierto, empezaron a quejarse y desear la variedad de comidas que habían tenido en Egipto. En respuesta, Dios dijo que haría «llover pan del cielo» para sustentarlos (Éxodo 16:4). Todos los días, cuando el rocío matinal se secaba, quedaban unos delgados copos de alimento. A alrededor de dos millones de israelitas se les indicó que recogieran lo necesario para cada día. Durante los 40 años de peregrinación, fueron alimentados con el maná provisto sobrenaturalmente por Dios.
Aunque el maná no parezca tan apetecedor como una dieta regular de chocolate, la dulzura de la provisión de Dios para su pueblo es clara. El maná simboliza a Jesús, quien se describió como el «pan de vida» (Juan 6:48) que nos sostiene diariamente y nos asegura la vida eterna (v. 51).
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