El Padre mismo os ama

A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Romanos 8:28
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7

Cuando era niño, a veces mi padre, como respuesta a alguna de mis peticiones, simplemente me miraba sin pronunciar palabra. Aquel silencio era elocuente. No era, en absoluto, una muestra de indiferencia, sino que expresaba su sabiduría y su cariño hacia mí.

De la misma manera Dios, nuestro Padre, a veces parece no responder a nuestras oraciones. A veces solo percibimos su silencio, a pesar de nuestras oraciones y súplicas. ¿Podría permanecer indiferente a nuestro dolor, a la angustia que se apodera de nosotros? Nunca, pues nuestro Padre celestial “oye la oración de los justos” (Proverbios 15:29) y siempre responde.

Sin embargo nos dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos… Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Dios es amor y luz. Está lleno de bondad, de compasión, ¡es el único sabio! Siempre actúa en función de lo que es, ¡nunca dudemos de ello! Responderá con ternura a nuestras preguntas, muchas veces de forma inesperada. Demostró este amor al sacrificar a su Hijo para darnos la vida eterna. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32). Continuemos hablándole mediante la oración, contándole todo lo que nos carga o nos preocupa. E independientemente de cuál sea su respuesta, ¡podemos contar con su sabiduría y amor!

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