Esperanza verdadera

Esperanza verdadera
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).

Hace poco, visité el edificio Empire State con un amigo. La fila parecía corta: llegaba hasta la esquina y doblaba un poco. Sin embargo, cuando entramos, descubrimos que recorría todo el vestíbulo, la escalera y entraba en otro cuarto. Cada curva revelaba más distancia que recorrer.

Los parques de atracciones y temáticos organizan cuidadosamente a las multitudes para que las filas parezcan más cortas. Pero el desengaño puede acechar «en la próxima curva».

A veces, los desengaños en la vida son mucho más graves. El trabajo que esperábamos no se materializa; los amigos con los que contábamos nos desilusionan; la relación romántica que anhelábamos no funciona. Pero la Palabra de Dios nos revela una verdad reconfortante sobre nuestra esperanza en Él. El apóstol Pablo escribió: «la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5:3-5).

Al confiar en Dios, el Espíritu nos susurra la verdad de su amor incondicional y de que, un día, estaremos con Él, independientemente de los obstáculos que enfrentemos. En un mundo que suele desengañarnos, ¡qué bueno es saber que Dios da esperanza genuina!

Señor, gracias por poder confiar en ti siempre.

En Cristo, los desesperados encuentran esperanza.

Por James Banks

 

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