La esencia de la oración

La escritura de hoy:

Cuando Abraham Lincoln se convirtió en presidente de los Estados Unidos, tuvo que dirigir a una nación dividida. Se lo considera un líder sabio y con un carácter moral elevado, pero otro elemento de su formación fue quizá la base de todo lo demás. Entendía su incapacidad para la tarea, y ¿cómo respondía ante esa incapacidad? Dijo: «Muchas veces fui llevado a ponerme de rodillas ante la abrumadora convicción de que no tenía otro lugar adonde acudir. Mi sabiduría y la de quienes me rodeaban parecían insuficientes ese día».

Cuando nos atrapa la naturaleza de los desafíos de la vida y las graves limitaciones de nuestro conocimiento, sabiduría y fortaleza, descubrimos —como Lincoln— que dependemos por completo de Dios, el único que no tiene límites. Pedro nos recordó esta dependencia cuando escribió: «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5:7).

El amor de Dios por sus hijos, sumado a su poder absoluto, lo hacen la Persona perfecta a la cual acudir con nuestras debilidades; esta es la esencia de la oración. Lincoln dijo que sentía que «no tenía otro lugar adonde acudir». Cuando comenzamos a comprender el gran interés de Dios por nosotros, es una buena noticia: ¡podemos acudir a Él!

De:  Bill Crowder

Reflexiona y ora

¿Cómo se revelan tus deficiencias? ¿Cómo reaccionas habitualmente en esos momentos?
Dios todopoderoso, sé que no puedo hacer nada sin ti. Ayúdame en mi necesidad.

0 Comentarios

Añadir Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *