Perdido en el pasado

La escritura de hoy:

Molesto por la corrupción en su reino, Yeongjo (1694-1776) de Corea decidió cambiar las cosas. En un clásico ejemplo de acabar con algo bueno para corregir algo malo, prohibió el arte tradicional de bordar con hilos de oro, por considerarlo muy opulento. Poco después, ese intrincado proceso dejó de conocerse.

En 2011, la profesora Sim Yeon-ok quiso recuperar esa largamente perdida tradición. Suponiendo que las hojas de oro habían sido pegadas sobre papel de morera y cortadas luego en hebras delgadas, pudo recrear el proceso y reavivar una antigua forma de arte.

En Éxodo, leemos sobre las medidas extravagantes para construir el tabernáculo; incluidos hilos de oro para las vestiduras sacerdotales de Aarón. Artesanos habilidosos «batieron láminas de oro, y cortaron hilos para tejerlos […] con labor primorosa» (Éxodo 39:3). ¿Qué sucedió con toda esa artesanía exquisita? ¿Las vestimentas simplemente se desgastaron? ¿Fueron llevadas como botín? ¿Todo fue en vano? ¡De ninguna manera! Todo el esfuerzo se hizo porque Dios había dado instrucciones específicas.

Dios nos ha encomendado algo a cada uno; algo para retribuirle al servirnos unos a otros. No importa cómo termine (1 Corintios 15:58); toda tarea hecha para nuestro Padre se vuelve un hilo que se extiende hasta la eternidad.

De:  Tim Gustafson

Reflexiona y ora

¿Qué cosas te ha dado Dios para hacer durante tu vida? ¿Cómo cambiaría tu perspectiva si consideraras hasta lo más rutinario una obra para Él?
Padre, ayúdame a servirte hoy en todo.

0 Comentarios

Añadir Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *