Elena tenía un presupuesto ajustado, así que se alegró cuando recibió un bono de Navidad. Habría sido suficiente, pero cuando depositó el dinero, el cajero dijo que, como regalo de Navidad, el banco le descontaba una cuota de su pago por la hipoteca. ¡Qué gran sorpresa!
Dios tiene la costumbre de bendecirnos más allá de lo que esperamos. Noemí estaba quebrantada por la muerte de su esposo y sus hijos (Rut 1:20-21). Su situación desesperada se vio redimida por Booz, un pariente que se casó con su nuera y proveyó un hogar para ambas (4:10).
Tal vez eso fuera todo lo que Noemí anhelaba. Pero después, Dios bendijo a Rut y Booz con un hijo. Ahora, Noemí tenía un nieto que restauraría su alma y la sustentaría en su vejez (v. 15). Esto habría sido suficiente. Después, el pequeño Obed creció y se transformó en «padre de Isaí, padre de David» (v. 17). La familia de Noemí pertenecía al linaje real de Israel, ¡la dinastía más importante de la historia! Esto habría sido suficiente. Sin embargo, David se transformó en el ancestro de… Jesús.
Si creemos en Cristo, estamos en una posición similar a la de Noemí. No teníamos nada hasta que Él nos redimió. Ahora somos plenamente aceptados por nuestro Padre, el cual nos bendice para que bendigamos a otros. Esto es mucho más que suficiente.
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