Después de Navidad, el día siguiente parecía anticlimático. Nos habíamos quedamos hasta tarde y no habíamos dormido bien. Después, nuestro auto se averió mientras volvíamos a casa, y tomamos un taxi en medio de la nieve, con una sensación de desencanto.
No somos los únicos que nos sentimos así después de Navidad. Ya sea por comer en exceso, porque ya no se escuchan villancicos o porque los regalos que compramos están ahora a mitad de precio, ¡la magia de Navidad puede desaparecer rápidamente!
La Biblia nunca habla del día después del nacimiento de Jesús. Pero podemos imaginar que, después de caminar a Belén, de la lucha para encontrar alojamiento, del dolor del parto y de recibir a los pastores (Lucas 2:4-18), María y José estaban exhaustos. Sin embargo, mientras María acunaba a su recién nacido, la imagino reflexionando en la visita angelical (1:30-33), en la bendición de Elisabet (vv. 42-45) y en su propia comprensión del destino de su bebé (vv. 46-55). María meditaba en estas cosas en su corazón (2:19), lo cual seguramente alivió el cansancio de aquel día.
Todos tenemos días anticlimáticos. Al igual que María, enfrentémoslos meditando en Aquel que vino a nuestro mundo para iluminarlo para siempre con su presencia.
0 Comentarios