Mientras buscaban petróleo en uno de los países más soleados y secos del mundo, los equipos se sorprendieron al encontrar un enorme sistema de agua subterráneo. Entonces, en 1983 comenzó el proyecto del «gran río artificial», colocando un sistema de cañerías para llevar agua potable a ciudades donde era muy necesitada. Una placa cerca del comienzo dice: «Desde aquí fluye la arteria de la vida».
Isaías usó la imagen del agua en un desierto para describir a un futuro rey (Isaías 32) cuyo reinado de justicia y juicio será como «arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa» (v. 2). Algunos gobernantes prefieren tomar en lugar de dar. Sin embargo, lo que caracteriza a un líder que honra a Dios es brindar protección, refugio y refrigerio. Isaías dijo que «el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre» para el pueblo de Dios (v. 17).
Sus palabras de esperanza encontrarían luego significado pleno en Jesús, quien «descenderá del cielo; […] y así estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4:16-17). El «gran río hecho por el hombre» es simplemente eso: hecho por manos humanas. Y algún día, ese reservorio se vaciará. Pero nuestro Rey justo trae el agua de vida que nunca se secará.
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