La habilidad de compadecerse

La escritura de hoy :

«Una espina se te ha clavado en el pie, por eso lloras a veces de noche —escribió Catalina de Siena en el siglo xiv—. Hay algunos en este mundo que pueden sacarla. Esa destreza la han aprendido de [Dios]». Catalina dedicó su vida a cultivar esa «destreza», y aún hoy se la recuerda por su notoria empatía y compasión hacia los dolidos.

Esta imagen del dolor como una espina profundamente clavada que requiere destreza y ternura para quitarla perdura en mi mente. Es un recordatorio vívido de cuán complejos y afectados somos, y de nuestra necesidad de desarrollar una verdadera compasión hacia los demás y hacia nosotros.

Tal como lo describe Pablo, es una imagen que nos recuerda que amar a los demás como Jesús lo hace requiere más que buenas intenciones; exige «[amarse] unos a otros» (Romanos 12:10), ser «gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación» (v. 12); estar dispuestos no solo a «[gozar] con los que se gozan» sino también a «[llorar] con los que lloran » (v. 15). Requiere todo de nosotros.

En un mundo roto, nadie escapa ileso. Aunque las heridas estén profundamente clavadas en cada uno de nosotros, más profundo es el amor de Cristo que tiernamente quita esas espinas con el bálsamo de la compasión, a amigos y enemigos (v. 14), para curarnos juntos.

De:  Monica La Rose

Reflexiona y ora

¿Cuándo experimentaste el poder de sanidad de la compasión? ¿Cómo puedes desarrollar una comunidad de curación?
Dios, ayúdame a amar con compasión.

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