Por más de dos siglos, el himno que aparecía primero en el himnario metodista en inglés era O for a Thousand Tongues to Sing [Mil voces para celebrar], escrito por Carlos Wesley y titulado inicialmente For the Anniversary Day of One´s Conversion [Para celebrar el aniversario de la conversión]; compuesto para conmemorar la renovación total que tuvo por su fe en Jesús. Sus 18 estrofas proclaman la gloria de la bondad de Dios a los que se arrepienten y siguen a Cristo.
Vale la pena celebrar una fe así. En 2 Timoteo 2, Pablo alienta a Timoteo a permanecer firme en su fe y perseverar en comunicarla. Señaló: «mi evangelio, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor» (vv. 8-9). Y lo instó a acordarse de la buena noticia: «Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos» (v. 8), no vino para gobernar sino para servir y morir por los pecados del mundo, para que podamos tener paz con Dios. La muerte no triunfó. Jesús resucitó.
Y así como libera a los que creen, el mensaje tampoco está encadenado. Pablo dijo: «la palabra de Dios no está presa» (v. 9); ni siquiera en los calabozos de las cárceles, en las camas de hospitales ni en las tumbas. En Cristo, hay esperanza para todos. ¡Vale la pena celebrar esta noticia!
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