Durante la pandemia del COVID-19, David y Carla buscaron una iglesia a la cual asistir. «Es un momento difícil para encontrar una iglesia», me escribió Carla. Entonces, me di cuenta de que yo también anhelaba reencontrarme con la familia de mi iglesia. «Es un momento difícil para ser la iglesia», respondí. En esa época, nuestra iglesia había dado un giro: se ofrecían alimentos en los vecindarios aledaños, nos reuníamos en línea y se telefoneaba a los miembros de la congregación para ofrecer apoyo y oración. Mi esposo y yo participábamos, pero también nos preguntábamos qué más podíamos hacer para «ser la iglesia» en nuestro mundo cambiado.
En Hebreos 10:25, el escritor exhorta a los lectores a no dejar de congregarse, sino a exhortarse unos a otros. Tal vez por la persecución (vv. 32-34) o como resultado del cansancio (12:3), los primeros creyentes en apuros necesitaban un empujoncito para seguir siendo la iglesia.
Hoy en día, también necesitamos un empujón. Cuando las circunstancias cambian nuestra manera de experimentar la iglesia, ¿seguimos siendo la iglesia? Animémonos con creatividad unos a otros y edifiquémonos según Dios nos guíe. Compartamos nuestros recursos. Enviemos un mensaje de aliento. Reunámonos siempre que podamos. Oremos unos por otros. Seamos la iglesia.
0 Comentarios