Un video de una mamá osa que intentaba llevar a sus cuatro cachorros al otro lado de una calle transitada me hizo sonreír con complicidad. Me sentí identificada al verla tomar a sus cachorros uno por uno y llevarlos al otro lado de la calle… solo para que los pequeños volvieran adonde estaban al principio. Después de muchos intentos, la mamá osa por fin lo logró.
La obra incansable de la crianza, simbolizada en el video, me recuerda la imagen que Pablo usó para describir su cuidado por la iglesia de Tesalónica. En vez de hacer énfasis en su autoridad, el apóstol comparó su obra entre ellos con padres que cuidan a sus hijos pequeños (1 Tesalonicenses 2:7, 11). Un amor profundo por los tesalonicenses (v. 8) motivaba a Pablo a seguir animándolos, reconfortándolos e instándolos a vivir «como es digno de Dios» (v. 12). El llamado apasionado a vivir de forma piadosa nacía de su deseo amoroso de verlos honrar a Dios en todas las áreas de sus vidas.
El ejemplo de Pablo puede servirnos de guía en todas nuestras oportunidades de liderar; en especial, cuando las responsabilidades nos agobian. Fortalecidos por el Espíritu Santo, podemos amar bondadosa y persistentemente a aquellos bajo nuestro cuidado, y animarlos y guiarlos a Jesús.
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