Búsqueda egoísta

La escritura de hoy:

Aaron Burr esperaba ansiosamente el resultado de la votación. Pulseando con Thomas Jefferson en la carrera por la presidencia en 1800, Burr tenía razones para creer que lo declararían ganador. Sin embargo, perdió, y la amargura atrapó su alma. Tras sentirse agraviado porque Alexander Hamilton no había respaldado su candidatura, lo mató en un duelo años después. Indignado por el asesinato, su país le dio la espalda, y Burr murió viejo y amargado.

El poder político juega un papel trágico en la historia. Cuando el rey David estaba por morir, su hijo Adonías reclutó al comandante de su padre y a un sacerdote destacado para que lo declararan rey (1 Reyes 1:5-8), pero David eligió a Salomón (v. 17). Con la ayuda del profeta Natán, la rebelión fue sofocada (vv. 11-53). Más tarde, Adonías fue ejecutado (2:13-25).

¡Qué humano es desear lo que no nos corresponde por derecho! Independientemente de cuánto busquemos poder, prestigio y posesiones, nunca es suficiente. Siempre queremos más. ¡Cuán diferente a Jesús, quien «se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz»! (Filipenses 2:8).

Las búsquedas egoístas nunca satisfacen nuestros anhelos más profundos. Lo único que trae paz y gozo es dejar el resultado en manos de Dios.

De:  Tim Gustafson

Reflexiona y ora

¿Qué dicen sobre tu corazón tus deseos y metas? ¿Qué debes entregar a Dios hoy?
Dios, ayúdame a cumplir el papel que me diste y a no codiciar más.

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