Un verano, para la escuela bíblica de vacaciones, la iglesia de Carlos dedicó a llevar animales vivos para ilustrar la historia bíblica. Cuando llegué para ayudar, le pidieron que hiciera entrar una oveja. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para entrarla al gimnasio. Pero a medida que avanzó la semana, todo fue más sencillo; Simplemente, llamaba a la oveja y esta lo seguía, sabiendo que podía confiar en él.
En el Nuevo Testamento, Jesús se compara con un pastor, y declara que su pueblo, las ovejas, lo seguirán porque conocen su voz (Juan 10:4). Pero esas mismas ovejas huirán de un extraño o de un ladrón (v. 5). Como las ovejas, nosotros —los hijos de Dios— llegamos a conocer la voz de nuestro Pastor a través de nuestra relación con Él. Y cuando lo hacemos, vemos su carácter y aprendemos a confiar en Él.
A medida que conozcamos y amemos más a Dios, reconoceremos su voz y podremos huir más rápido del «ladrón [que] no viene sino para hurtar y matar y destruir» (v. 10); de aquellos que tratan de engañarnos y alejarnos de Él. A diferencia de esos falsos maestros, podemos confiar en la voz de nuestro Pastor que nos guía a un lugar seguro.
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