El alma inquieta nunca se satisface con las riquezas y el éxito. Un fallecido ícono de la música country podría testificar de esta verdad. Durante casi 40 años, sus álbumes y canciones aparecieron entre los diez mejores de la lista de Billboard. Pero también tuvo varios matrimonios y pasó tiempo en la cárcel. Aun con todos esos logros, una vez se lamentó: «Hay una inquietud en mi alma que nunca pude dominar, ni con actividades, matrimonios ni popularidad […]. Sigue estando en cierta medida, y estará hasta el día que muera». Lamentablemente, podría haber encontrado reposo en su alma antes de que su vida terminara.
Jesús invita a todos los que, como ese músico, están cansados de cargar con el pecado y sus consecuencias a ir a Él personalmente: «Vengan a mí». Cuando lo recibamos como Salvador, quitará nuestras cargas y nos hará descansar (Mateo 11:28 RVA-2015). Los únicos requisitos son creer en Él y aprender de su ejemplo a vivir la vida abundante que provee (Juan 10:10). Tomar el yugo del discipulado de Cristo hace que encontremos «descanso para [nuestras] almas» (Mateo 11:29).
Cuando acudimos a Jesús, Él da paz a nuestra alma inquieta al brindarnos una manera nueva y más aliviada de vivir con su ayuda. Nos da descanso verdadero.
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