Arrancar el pecado

La escritura de hoy :

Cuando vi una ramita brotando junto a la manguera de nuestro jardín, ignoré el aparentemente inofensivo engendro. ¿Cómo podría dañar nuestro césped una pequeña maleza? Pero a las semanas, había crecido hasta ser un pequeño arbusto que empezaba a apoderarse del terreno, de parte de la acera y otras zonas. Reconociendo su existencia destructiva, le pedí a mi esposo que me ayudara a arrancar de raíz esa hierba mala y poner herbicida.

Cuando ignoramos o negamos su presencia, el pecado puede invadir nuestra vida y oscurecer nuestro espacio personal. Nuestro Dios impecable no tiene ninguna oscuridad… en absoluto. Al ser sus hijos, nos equipa y nos encarga enfrentar directamente los pecados para poder «[andar] en luz, como él está en luz» (1 Juan 1:7). Mediante la confesión y el arrepentimiento, experimentamos el perdón y la liberación del pecado (vv. 8-10) porque tenemos un gran Abogado: Cristo (2:1). Él, con su sangre, pagó voluntariamente el precio por nuestros pecados, y «no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (v. 2).

Cuando Dios nos confronta con nuestro pecado, podemos elegir negar o evadir la responsabilidad. Pero cuando nos arrepentimos y confesamos, el Señor arranca de raíz los pecados que dañan nuestra relación con Él y los demás.

De:  Xochitl Dixon

Reflexiona y ora

¿Cómo cambia tu perspectiva sobre el arrepentimiento saber que tus pecados ofenden a Dios? ¿Qué pecados se han arraigado en tu vida y deben ser arrancados?
Padre, que pueda crecer más cerca de ti.

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