Li es un empleado de banco diligente y confiable. Sin embargo, como vivía lo que creía, muchas veces se veía obligado a demostrar que era diferente al resto.

Esto se evidenciaba de maneras prácticas, tales como irse del comedor durante una conversación inapropiada. En un estudio bíblico, les dijo a sus amigos: «Me temo que estoy perdiendo oportunidades de ascensos porque no congenio con los demás».

En la época de Malaquías, los creyentes enfrentaban un desafío similar. Habían vuelto del exilio y reconstruido el templo, pero eran escépticos respecto al plan de Dios para su futuro. Decían: «Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley […]? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon»(MALAQUÍAS 3:14-15).

¿Cómo podemos mantener las convicciones en una cultura que nos dice que perderemos si no cedemos? Los fieles de aquella época lo enfrentaban, reuniéndose con otros creyentes para alentarse mutuamente. Y Malaquías detalla: «El Señor escuchó y oyó» (v. 16).

Dios lo sabe y se ocupa de todos los que lo honran. No nos llama a «congeniar», sino a acercarnos a Él diariamente y a alentarnos unos a otros. ¡Permanezcamos fieles!