Suéltalo

La escritura de hoy :

La autobiografía de Agustín, Confesiones, describe su largo y tortuoso camino a Jesús. Una vez, cabalgaba hacia el palacio para elogiar en un discurso al emperador. Le preocupaba cómo recibiría esas frases engañosamente lisonjeras, cuando vio a un borracho que hacía chistes y se reía. Entonces, se dio cuenta de que, con mucho menos esfuerzo, aquel hombre ya tenía la pasajera felicidad que su furtiva carrera podría brindarle. Entonces, dejó de luchar por el éxito mundano.

Pero seguía esclavo de la inmoralidad. Sabía que debía alejarse del pecado. Luego de tambalearse entre el pecado y la salvación, finalmente, inspirado por el ejemplo de otros que habían creído en Jesús, abrió su Biblia en Romanos 13:13-14: «Andemos […] honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias […], sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne».

Con eso bastó. Dios usó estas palabras inspiradas para romper las cadenas que sujetaban a Agustín a las pasiones desordenadas y lo introdujo «al reino [del] Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados» (Colosenses 1:13-14). Agustín se convirtió en un obispo que seguía siendo tentado por la fama y las pasiones, pero que ahora sabía a quién acudir cuando pecaba: a Jesús. ¿Y tú?

De:  Mike Wittmer

Reflexiona y ora

Padre, que nada se interponga entre tú y yo.
¿Qué te está impidiendo entregar tu vida a Jesús? ¿Cómo cambiaría tu vida si soltaras lo que te detiene?

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