Cuando nuestra congregación construyó el primer edificio, la gente escribió palabras de agradecimiento en los montantes de las paredes y los pisos de concreto antes de que se completara el interior. Si quitas los paneles de los montantes, allí las encontrarás. Un versículo bíblico tras otro, escrito junto a oraciones de alabanza, como: «¡Eres tan bueno!». Los dejamos allí como testimonio a las futuras generaciones de que, independientemente de los desafíos, Dios ha sido bueno y nos ha cuidado.
Necesitamos recordar lo que Dios ha hecho por nosotros y contarlo a otros. Isaías dejó el ejemplo, al escribir: «De las misericordias del Señor haré memoria, de las alabanzas del Señor, conforme a todo lo que el Señor nos ha dado» (Isaías 63:7). Luego, también cuenta sobre la compasión de Dios por su pueblo a través de la historia, y de cómo «en toda angustia de ellos él fue angustiado» (v. 9). Pero si continúas leyendo, observarás que Israel atraviesa dificultades otra vez, y el profeta anhela la intervención de Dios.
Recordar las bondades del Señor en el pasado ayuda en los tiempos difíciles. Las complicaciones vienen y van, pero la fidelidad de Dios nunca cambia. Al dirigirnos a Él con corazones agradecidos y recordando todo lo que ha hecho, redescubrimos que siempre es digno de alabanza.
0 Comentarios