Aumenta la temperatura

La escritura de hoy:

La temperatura donde vivimos puede cambiar abruptamente; a veces, en minutos. Por eso, mi esposo Dan tenía curiosidad por saber las diferencias de temperatura dentro y fuera de casa. Fanático de los dispositivos, desempacó su último «juguete»: un termómetro que detectaba la temperatura en cuatro «zonas» de nuestra casa. Burlándome de su dispositivo «tonto», me sorprendió ver que yo también verificaba las diferencias. ¡Era fascinante!

Jesús usó la temperatura para describir a la «tibia» iglesia de Laodicea, una de las siete mencionadas en Apocalipsis. Aunque era un bullicioso centro financiero, textil y médico, la ciudad sufría un pobre suministro de agua y necesitaba un acueducto para llevar agua desde una fuente termal. Pero, cuando el agua llegaba a Laodicea, no era ni fría ni caliente.

La iglesia también era tibia. Jesús dijo: «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca» (Apocalipsis 3:15-16). Y explicó: «Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete» (v. 19).

El ruego de nuestro Salvador continúa vigente. ¿No eres ni caliente ni frío espiritualmente? Acepta su disciplina y pídele que te ayude a vivir con una fe ardiente.

De:  Patricia Raybon

Reflexiona y ora

¿Cuál es la temperatura de tu fe? Si tu compromiso con Dios es tibio, ¿cómo puedes orar para procurar amar con más ardor y celo?
Padre, que tu Espíritu encienda mi fe.

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