Estad quietos, y conoced que yo soy Dios… (v. 10). Mi amiga y yo estábamos sentadas en la arena, cerca del ondulante océano. Ola tras ola se encrespaba, hacía una pausa y luego se extendía hacia nuestros pies, deteniéndose casi a punto de tocarnos. «Me encanta el océano —dijo ella sonriendo—. Se mueve para que […]