Una noticia en 2021 informaba que 17 misioneros habían sido secuestrados por una banda, la cual amenazó con matarlos (incluidos los niños) si no pagaban el rescate. De manera increíble, todos fueron liberados o escaparon. Cuando estuvieron a salvo, enviaron un mensaje a sus captores: «Jesús nos enseñó con sus palabras y ejemplo que el poder del amor perdonador es más fuerte que el odio de la violencia. Por eso, los perdonamos».

Jesús dejó claro que el perdón es poderoso. Dijo: «si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial» (Mateo 6:14). Más tarde, le explicó a Pedro con qué frecuencia deberíamos perdonar: «No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete» (18:22; ver vv. 21-35). Y en la cruz, demostró amor divino al orar: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).

El perdón total se puede llevar a cabo cuando las dos partes buscan la sanidad y la reconciliación. Y aunque esto no quita los efectos del daño producido ni la necesidad de discernir cómo actuar frente a relaciones interpersonales dolorosas o perjudiciales, puede restaurar las perdidas, como testimonio del amor y el poder de Dios. Busquemos cómo perdonar para su honra.