Hay muchas maneras de esconderse

No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia (la de Dios); antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Hebreos 4:13

En Génesis, primer libro de la Biblia, vemos que Adán y Eva desobedecieron a Dios. No tuvieron en cuenta la orden de Dios y siguieron su propio deseo. Luego tomaron conciencia de su desvío y de su desnudez, es decir, de su estado pecaminoso, y trataron de esconderse fabricándose ropa con hojas. Se camuflaron entre los árboles del huerto para escapar a la voz y a la mirada de Dios.

¡Camuflarse! A través de este pasaje la Biblia nos muestra esta profunda tendencia del hombre frente a Dios. Esto puede tomar diferentes formas. ¡Cuántas personas tratan de aturdirse! La búsqueda de un éxito profesional, social y de los bienes materiales son ejemplos de distracciones que el hombre usa para huir de Dios. Algunas formas de pensamiento, como el ateísmo o el gnosticismo, son vestidos construidos por la inteligencia humana para no reconocer nuestro verdadero estado ante Dios. Incluso la religión, con sus ritos y tradiciones, puede ser una máscara que esconde la ausencia de una verdadera relación con Dios.

Sin embargo, el versículo de hoy es inapelable. ¡Es imposible huir de la mirada del Dios verdadero! ¡Es imposible esconderle algo, por pequeño que sea; es imposible engañarlo con nuestras argucias! ¡Es imposible camuflarse, es decir, disimular nuestro estado malo bajo una buena apariencia!

Entonces, en vez de escondernos, ¡reconozcamos nuestro estado pecaminoso! Aceptemos la salvación que Dios nos ofrece. Aceptemos que nuestros pensamientos, acciones y palabras sean sondeados e iluminados por su luz divina.

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