La dulzura de la sinceridad

La escritura de hoy:

«Amigo querido, a veces suenas más santo de lo que eres realmente».

Si hubiesen venido de otra persona que no fuera mi amigo y mentor, cuyo discernimiento valoro enormemente, estas palabras habrían herido mis sentimientos. En cambio, hice una mueca de dolor y me reí al mismo tiempo, sabiendo que, aunque sus palabras me habían dolido, también tenía razón. A veces, cuando hablaba de mi fe, usaba una jerga que no sonaba natural y daba la impresión de que no era sincero. Mi amigo me amaba y estaba tratando de ayudarme a ser más eficaz al compartir con otros los que yo creía de verdad. Al mirar atrás, lo considero uno de los mejores consejos que recibí.

Salomón escribe: «Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece» (Proverbios 27:6). El discernimiento de mi amigo demostró la veracidad de ese consejo. Me sentí agradecido de que se interesara por decirme algo que yo necesitaba oír, aunque sabía que podría ser difícil de aceptar. A veces, cuando alguien te dice solamente lo que piensa que quieres oír, no ayuda, porque puede impedir que desarrolles cualidades vitales.

La sinceridad puede ser dulce cuando brota de un amor genuino y humilde. Que Dios nos dé la sabiduría para recibir e impartir bien un consejo, reflejando así su corazón bondadoso.

De:  James Banks

Reflexiona y ora

¿Por qué a veces nos resulta difícil recibir un consejo bueno pero duro? ¿Cómo ha sido alguien sincero contigo de forma útil y amorosa?
Padre, ayúdame a recibir bien los consejos.

0 Comentarios

Añadir Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *